miércoles, 25 de septiembre de 2013

ESPAÑA SUSPENDE EN LITERATURA FANTÁSTICA

Como es la primera entrada del otoño, he decorado el scriptorium con tonos cálidos, por eso de estar en armonía con el entorno. Para mí es una estación especial. Disfruto de los colores que nos ofrece la naturaleza en esta época del año, cuando el clima aún es suave y podemos salir a caminar por los bosques, que nos reciben engalanados de cobres y dorados.

Pero no es este el tema de la entrada. Hoy quería hablaros de literatura fantástica.

Muchos ya sabéis que mi novela pertenece a este género, aunque no sea una lectora  voraz de esta temática. Más bien el nacimiento de Los Ángeles de La Torre tiene que ver con que siempre he creído que a las novelas de ángeles, demonios, brujas, vampiros y criaturas varias, les faltaba algo, una base sólida, o al menos, lo más sólida posible. Creo que ese es el punto diferente que aporta Los Ángeles de La Torre, una visión actualizada de ciertos mitos -como el del mago Merlín-, y si no fuera por eso nunca me hubiera animado a escribir sobre un tema tan explotado.
Por otro lado, me apena que en España no tengamos ni monstruos, ni magos, ni fantasmas, ni niñas adivinas -a excepción de Yaíza Maradentro-, ni dragones, ni un triste marciano verde y escamoso. Y no es porque no haya escritores de este género, pero por alguna cuestión culturera, en España, a diferencia de otros países, se cree que lo fantástico es un género preadolescente y son muy pocas las editoriales serias que lo publican. Salvo contadas excepciones de peso, los escritores  fantásticos son mirados por el rabillo del ojo con cierta desconfianza. Todo lo que huele a fantasía es considerado literatura menor dedicada a los niños.

Tampoco es porque  no tengamos tradición y cultura popular hacia lo fantástico: ¿acaso la Inquisición no creía en la existencia de seres sobrenaturales? El Malleus Maleficarum o Martillo de las Brujas, era un libro sobre la caza de brujas que se extendió por Europa como la pólvora para aplacar la histeria colectiva. En él no sólo se describía cómo distinguir a una bruja, sino también cómo acabar con ella.
Antonio de Torquemada (no el inquisidor, este fue un escritor del Renacimiento) defendía el carácter de  fantasía intensa y escribía sobre brujas, magos, trasgus y saludadores, incluso se adentró en la mitología pagana de otras culturas.

Por tanto, sí tenemos una cultura que se inclina hacia lo fantástico y está demostrado que es un género que triunfa, aunque las editoriales no se decidan a apostar por él. Afortunadamente, el desprestigio de lo fantástico está cediendo gracias a las nuevas generaciones que han crecido o están creciendo con el género bien asimilado y reclaman cada vez más su presencia en las librerías.

En la pasada Feria del Libro de Madrid, el grupo editorial Random House Mondadori presentó un nuevo sello dedicado exclusivamente a publicar libros de fantasía, terror y ciencia ficción:




El género fantástico tampoco ha sido muy explotado en la televisión y el cine de nuestro país, pero parece ser que esta tendencia también está cambiando. La productora Adisar Media pretende renovar el género apostando por la serie Driver, creada por Israel González y que trata de viajes en el tiempo, extraños experimentos y el mundo de los sueños. Al parecer, los efectos visuales de Driver son uno de los puntos fuertes de la serie, ya que nunca se han hecho en España.
Esto podría suponer un cambio para el género, para que de una vez por todas sea tomado en serio.

Por último, quiero recomendaros una de las novelas fantásticas más extrañas, bellas y apasionantes de los últimos años: Bosque Mitago, de Robert Holdstock, todo un reto de lectura.

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